viernes, 9 de enero de 2015

Si quiere “conquistar” a sus clientes, primero enamore a su cerebro.

Nuestra experiencia se anticipa con el objetivo de ahorrar energía mantenernos vivos. El gasto de energía es muy importante por lo que nuestro cerebro lo que hace es darnos atajos y por eso vivimos en un mundo de percepciones y esta es la mejor forma para enamorar al consumidor”, ha explicado.
Nuestro cerebro se encuentra dividido en tres partes: racional, emocional y el primitivo. “Este último es el que nos hace tomar todas las decisiones y captar su atención es la clave para enamorar a nuestros consumidores” ha aconsejado Antonio Casals. En el cerebro primitivo encontramos la amígdala y es la parte del cerebro que sólo trabaja en el presente y siempre activo ya que de el depende nuestra supervivencia siendo más rápido que el cerebro racional.
“Uno de los grandes errores que cometemos a la hora de comunicarnos con nuestros consumidores es mezclar el cerebro racional y el primitivo que acaba por confundirles” ha señalado Casals como uno de los grandes errores del marketing desde la Fundación Lázaro Galdiano donde se ha celebrado el evento.
Aquí entra en juego el neuromarketing que surge frente al marketing tradicional. En el marketing tradicional preguntamos al consumidor qué quiere pero “el problema es que contestan y no saben lo que quieren ya que lo que realmente piensan no dependen de la parte racional sino del cerebro primitivo”. Por esta razón el neuromarketing se está convirtiendo en el complemento perfecto al marketing ya que “muestra nuestras auténticas emociones”.
Técnicas como el fMRI, Eye Tracking o coding face nos ayudan a descubrir que sienten realmente nuestros consumidores y cómo reaccionan ante los estímulos que les producen nuestros productos y mensajes publicitarios.
El cerebro primitivo activarse a través de seis estímulos: centrarnos en su egocentrismo (derivado del único interés de la supervivencia), utilizar el contrates para poner en acción a las neuronas que permanecen “dormidas” ya que sin contraste no hay decisión (aplicable al packaging), ofrecer cosas tangibles para saltar la barrera del escepticismo del cerebro primitivo, tener en cuenta el principio y final de nuestras campañas ya que son las partes que mejor se recuerdan, ser visuales y por supuesto, apelar a las emociones “ya que son necesarias para generar el recuerdo”.

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